martes, 20 de octubre de 2015

¿DE QUIÉN ES EL PSOE?

¿DE QUIÉN ES EL PSOE?

http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/item/5010-de-quien-es-el-psoe.html

Con el paso de los años, y sobre todo con el peso de los daños, he aprendido que nadar a favor de la corriente es el hábitat favorito de los oportunistas y de los cobardes. Bien es verdad que no siempre posicionarte hacia donde sopla el viento te garantiza llegar a la meta, pues algunos en su afán de acelerar al verse invencibles acaban dándose de bruces contra esas rocas que el destino, en ocasiones, pone por sorpresa incluso hasta en el más despejado de los caminos. Sin embargo, es habitual que en aquellos hábitats envilecidos, cerrados, sectarios y artificiales triunfen los indignos, los traidores, los psicópatas y los que viven en su impostura, cuando no se ahogan en su ambición.
En estos momentos ser militante del Partido Socialista pero no ser un palmero (sumiso o silente) de Pedro Sánchez no solamente es ir contracorriente sino arriesgarte a que te señalen por ir “contra natura”, es decir, contra el “partido”, porque no tienen empacho en poner por encima de Pedro al “partido” si esto les ayuda a sacar su última navaja cuando se ven acorralados en el callejón sin salida de la incoherencia y de la falsa propaganda. Pero la ecuación es muy sencilla: si alguien pretende que defendamos al PSOE “de fulanito”, aquellos votantes o militantes socialistas que no crean ni se sientan representados por “fulanito” tienen todo el derecho y toda la legitimidad a no tomar parte por ese PSOE “de fulanito”. Y donde escribo “fulanito” me refiero, claro está, al actual líder y candidato socialista a la Moncloa, pero podría servir para cualquier otro líder que reprodujese dichas prácticas en su agrupación.
Yo confieso que cuando veo o escucho a Pedro Sánchez me recuerda excesivamente a Albert Rivera, y eso supone un problema. Si, además, a esto le sumamos su obsesión por el centro o centro izquierda (dependiendo del día), el problema se agrava. Algunos me dirán que en la campaña de las elecciones de mayo, Pedro no cesaba de repetir que el PSOE era el voto de la gente de “izquierdas”, porque el Partido Socialista era de “izquierdas”. Pero esto fue una fiebre repentina que se le pasó en un par de semanas. La realidad, desgraciadamente, se empeña en presentarnos a un candidato que no es que sea de centro-izquierda, sino que perfectamente podría pasar por un prototipo centrista de laboratorio político. Con esta actual dirección y élites está claro que “la tercera vía” sigue más viva que nunca en España, en honor al legado ideológico de Tony Blair, el destructor del Laborismo. Con la marcha de Rubalcaba no solucionamos el problema, sino que cambiamos un problema por otro: pasamos de tener a un Secretario General que sabía que no sería candidato, a un nuevo Secretario General que siempre quiso ser candidato y le llegó la secretaría general como un “accidente”. Y, a partir de aquí, se pueden explicar muchas de las cosas vividas y sufridas en el socialismo desde el aterrizaje de Pedro Sánchez en Ferraz.
En estas últimas 72 horas de marejada interna, he leído decenas de artículos, escuchado a muchos compañeros y observado con detenimiento los argumentos de esa legión de pedristas dispuestos a justificar lo que sea, y repito “lo que sea”, con tal de palmear cualquier movimiento del líder supremo, aunque este sea una patada en el estómago a toda la militancia socialista. Como, por ejemplo, el fichaje estrella de Irene Lozano. Como decía, en muchos de estos artículos recordaban que la cultura del PSOE era “cerrar filas”, “estar unidos” y “lavar los trapos sucios en casa”, alentando así esa costumbre tan desleal de afilar los cuchillos por la noche mientras nos abrazamos cínicamente por el día.
Precisamente es esta cultura, la estalinista de partido, la que representa lo peor de esa “vieja política” que según Irene viene al partido a combatir. Porque a Irene la ha fichado Pedro para “regenerar” el socialismo, que se dice pronto, aunque ella lo diga fácil.
Algunos piensan que la “nueva política” es esa transparencia donde enseñan todo intentando así suplir esa confianza que los ciudadanos no les otorgan porque los ven mediocres, falsos, vividores de la política y carentes de espíritu que emocione. Pero se equivocan, porque si algo representa el futuro, o lo que debería de ser, es el abrir ventanas, afilar la democracia y dignificar la libertad de expresión interna, frente a ese cierre de filas y unidad flotante encima de miles de trapos sucios, que a fuerza de no lavarse y de esconderse acaban exhalando un olor pestilente que no todas las narices están capacitadas para soportarlo sin desmayo.
Llegados a este punto, y volviendo sobre Irene Lozano, su fichaje y la forma en que se ha producido es solo la guinda de un pastel que se lleva cocinando mucho tiempo atrás. La situación llega a ser tan sórdida que viejas glorias del partido justifican el fichaje de la ex de UPyD evocando la cantidad de militantes del PCE que se pasaron al PSOE allá por los 80. Es decir, a la hora de justificar cualquier acto de nuestro líder estamos dispuestos a comparar el Partido Comunista con UPyD. Asombroso. Pero hay más, por supuesto. Estos días hemos visto a militantes socialistas y dirigentes aplaudiendo el fichaje de la “regeneradora” porque gracias a sus críticas el partido es más abierto y plural, y eso nos beneficia a todos. Pues sí, son los mismos que ante compañeros que llevan más o menos tiempo ejerciendo su labor crítica y de reflexión desde dentro del partido solo han tenido palabras de desprecio, acusaciones de traición y actos de persecución y ostracismo contra todo aquel que osara discrepar del relato y reflexionar sobre los errores y las vergüenzas de nuestro propio partido.
Vagamos sin rumbo, esperando que la inercia y el desgobierno del PP obren el milagro el 20-D. no ganando esas elecciones, sino pudiendo sumar alguna mayoría con C´s, Podemos, los nacionalistas o quien se tercie para poder conseguir los números para formar gobierno. Pero, ¿y después qué?, ¿qué criterio aplicamos? Porque lo mismo señalamos a Mas como el padre de la corrupción y del desastre político y social en Cataluña, que le ofrecemos un pacto de gobierno con la condición de que renuncie a la independencia. Y así sucesivamente.
¿De quién es el PSOE? Según Pedro Sánchez no es patrimonio exclusivo de sus militantes, aunque parece que sí privativo de su actual secretario general. Retuercen palabras y valores para ocultar y justificar sus desmanes y mandato despótico con el que intentan amarrarse al poder interno del partido por lo que pueda pasar en diciembre. Quizás la pregunta correcta no es quienes son los dueños del Partido Socialista, sino en qué lo han convertido los que llevan 1 año creyéndose sus mayorales.